miércoles, 17 de abril de 2013

Venezuela

Venezuela, catorce de abril del dos mil trece. Elecciones Presidenciales en Venezuela posteriores al fallecimiento del Presidente Hugo Chávez. Después de una emotiva, excitante y muy corta campaña, llegamos al día en que nuestra voz iba a escucharse, o Nicolás Maduro o Henrique Capriles. Mi día empezó a las seis y media de la mañana, hora en que me levanté para ir a votar. Mi centro estaba solísimo pero no me extrañó porque es un centro pequeño. Entré y me vi frente a frente con la máquina. He votado cuatro veces y las cuatro veces me ha temblado el pulso de la emoción. Es raro, pero me comprendo; vivo en Venezuela y así vivimos la política. Aplasté la cara de Capriles, le di a votar, miré fijamente la papeleta, la introduje en la caja, firmé, puse mi huella, y me fui satisfecha. No habría podido imaginar que quince horas después, el ambiente me daría ganadora. Los teléfonos sonaban, twitter, facebook, mensajes, los carómetros, los comentarios, la información de los que saben, de los que no saben, de los de la Sala situacional, de los de PDVSA, de los enchufados; toda la información que llegaba nos daba ganadores. Las elecciones son así, aunque no se permitan las encuestas a boca de urna, cuando alguien gana, se sabe. Saberte ganadora y aun así dudar de quien dirá los resultados. Siempre he sido de las que reconoce la fuerza apabullante del chavismo, siempre he confiado en los resultados que ha dado el Consejo Nacional Electoral a lo largo de estos años llenos de elecciones de cualquier tipo. Sin embargo yo tenía que dudar. Y salió Tibisay Lucena y dijo lo que yo esperaba que dijera. Que gran diferencia con el siete de octubre. El siete de octubre al escuchar que perdíamos me llené de un optimismo ilógico que me decía "somos la oposición, somos la verdadera revolución, somos el cambio; ganaron, ganó, pero va a tener que arreglárselas con nosotros porque no permitiremos que nos aplaste". El catorce de abril me sentí desolada, robada, indignada, muy decepcionada de las personas responsables de las riendas de nuestro país. Que gran decepción. Pero yo se que no fui la única. Si Henrique Capriles hubiera dicho esa noche que reconocía los resultados, habría sentido que el también me robó. Ganamos, se siente. Y el lunes sin que Henrique convocara estábamos en el CNE reclamando ese robo, y el lunes en la noche las cacerolas sonaron y sonaron hasta que la gente tuvo que salir de sus casas porque ya las paredes no podían contenerlos. Salieron y caminaron sin rumbo porque nadie los dirigía, pero querían caminar y caminar y que todos se enteraran que los habían robado. Y yo los seguí. Y no existió diferencia entre nosotros, porque a todos nos habían robado lo mismo. Yo no se que vaya a pasar ahora con Venezuela, yo no se si este gobierno ilegítimo durará o no durará mucho. Yo sólo necesito que me devuelvan lo que me robaron y si hace falta que duerma en el asfalto lo haré, si hace falta que respire gas lacrimógeno lo haré, si hace falta que corra huyendo de los perdigones o las balas lo haré, si hace falta que me hieran lo haré, si hace falta morir lo haré. Devuélvanme mi dignidad como ciudadana maldita sea.

1 comentario: