martes, 20 de marzo de 2012

La normalidad de los males

Siempre he amado con locura a este país ¿saben?
Siempre, a pesar de todo lo malo, he tenido marcado en la mente que este país está lleno de gente buena que en cualquier momento va a despertar y va a echar palante'
Siempre he confiado en la bondad de esta hermosa tierra, y me decía a mi misma, que lo que pasábamos era momentaneo y que a pesar de eso, no había un mejor lugar para estar y vivir.
Y es que es en este país donde he vivido toda mi vida, donde me he formado como individuo y donde he establecido las mas bellas relaciones, que hoy, son mi mayor sustento.
Pero hace poco, un anormal evento (quizá ya normal para los estadistas o periodistas de este país, pero no para mí) golpeo y maltrató considerablemente, todo aquel amor y aquella esperanza que sentía por esta tierra.
Las noticias al unísono alertan la muerte de alguien conocido, alguien importante, pues esperan las declaraciones del fulano presidente.
La gente está consternada, porque aunque en esta tierra las muertes son pan de cada día, la muerte de una joven inocente, en manos de funcionarios de seguridad estatal, es algo que impacta y alarma.
Ya estamos acostumbrados a estas noticias, pero no podemos evitar sentirnos involucrados.
¿Por qué?
¿Por qué puede dolerme a mí la muerte de una joven a la cual, jamás creo siquiera haber visto?

A ciencia cierta, no lo sé. Podría quizá culpar a la gran cobertura de los medios, a las conmovedoras declaraciones y a aquellas dramáticas fotos que bien recogieron los periodistas.
Pero siento que va más allá de eso.
Yo soy Karen.
Yo salgo como ella lo hacía, yo estudio como ella lo hacía, yo salgo con mi hermano en el carro y quizá me asuste tambien con alguna alcabala.
Karen son mis amigas.
Mis amigas son felices y jóvenes como ella lo era, están llenas de vida como ella lo estaba, son muy importantes para mí, como seguramente ella lo fue para sus amigos.
Karen son mis hermanas.
Mis hermanas llenas de aspiraciones, pensando en futuro pero viviendo al máximo su presente.
Karen son mis primas.
Karen son mis tías.
Karen son mis compañeras de la universidad
Karen son mis conocidas
son las que me caen bien
y las que no
Karen son todas las marabinas con ganas de vivir
las que salen todos los días sin miedo, a pesar de las terribles noticias que deambulan entre las sombras de esta ciudad, que está tan llena de luz como de oscuridad, tan llena de bondad como de maldad.
Karen es un choque con la realidad.
Es la verdad entre las líneas de los diarios
verdad que le cegó la vida a ella, cuando bien pudo ser otra, cuando bien pude ser yo misma.

Venezuela está enferma de egoísmo, de odio, de ineptitud, de vergüenza, de venganza, de resentimiento, de anormalidades.
Venezuela está más enferma mientras más se acostumbra a sonreirle a sus males.
Venezuela ya no es la casa de los buenos, ahora es su carcel.

Y escribo desde un dolor ajeno que siento por todos los que la conocieron
pero que al mismo tiempo siento por este país, que está perdiendo lo único valioso que le quedaba...
el corazón de la gente.

Esto no está dedicado a una persona en particular, si no a todas y cada una de las Karen de este país, mi país.

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