sábado, 3 de diciembre de 2011

Un discurso de vida.

          El sentido de la vida siempre será un misterio para el ser humano. Hay quien cree en una divinidad que lo otorga, ha quien cree que el sentido se gana o se descubre; hay quien lucha por darse sentido, hay quien desde el primer día cree saberlo, hay quien se rinde ante el misterio. Llegamos a la tierra como almas nuevas, lienzos en blanco que serán marcados por variadas vivencias y sentimientos, siempre al compás de sus pasos y con su color propio. Somos, al mismo tiempo, tan iguales y tan diferentes, con diferentes partes de un mismo sentido, que siempre se encubre como misterio ante nuestros vaga visión. La discusión sobre el sentido de la vida remonta al principio de la humanidad, ha sido extensa y agotadora, pero si algo es seguro, es que los seres humanos estamos unidos por un sentido conjunto, que nos lleva a naturalmente colaborar entre nosotros, a vivir, a amarnos y a necesitarnos mutuamente. Quizá simplemente nacemos para vivir juntos y formar parte de un todo al que llamamos vida. Lo que hacemos generará consecuencias para quienes nos sigan, y eso generará mas vivencias y más vida. Un circulo en el que cada uno será importante y único, desempeñando un papel, en el que se eligen muchas características y muchas otras serán elegidas por la misma suerte y el destino. Yo tuve la suerte de nacer en un país hermoso, lleno de cualidades, de gente maravillosa y además lleno de inspiración. La inspiración que me ha llevado a amarle incluso sin conocerle completamente, y que me lleva a estudiarle, para poder ayudarle y servirle en lo posible. El amor a este país me ha sentado en estas sillas, me ha llenado los oídos de posibilidades y enseñanzas, porque quiero ser vida para el, vida activa; que lo construya como el lugar que solo él merece ser. Y es que así somos lo venezolanos, amamos lo que llevamos por dentro y queremos darle lo mejor de nosotros. Ese mar de ideas, ese mar de voluntad, me trajo a la carrera que hoy estamos estudiando. Muy cierto es que quien estudia política no lo hace más que por amor al arte, por amor a la ciencia, por amor a este país y a un mejor futuro. Por amor a lo perfectible del ser humano y de todo lo que con sus manos crea. Espero entonces, que el motor que ahora nos impulsa sea el que nos impulse siempre, pues será esa la única forma, de dar a este país la estampa que merece.
          Fuera de eso no soy más que otra venezolana, otra joven más con ganas de surgir y crecer, con ganas de vivir; deseando que pase lo que pase, siempre sea yo misma y que mi norte siempre sea el hacer un bien. Deseando distinguirme en mis ideas para dar el cambio necesario, pero ser igual a el resto para siempre amarle y comprenderle; deseando encontrarme en el espejo dentro de unos 40 años y mirar a los ojos de una mujer satisfecha, tranquila, que no se arrepiente de nada y que aun sigue luchando por lo que cree. Que todo lo que viva me deje una enseñanza que me forme y me prepare para serle útil a el país que más quiero, y probablemente el que más me necesita.
          Más temprano que tarde, serán nuestros hijos quienes miren al futuro y pisen la base que les hemos dejado. Nunca nos faltarán ganas para trabajar por ellos si sabemos visualizar lo mejor de nosotros mismos y de la pequeña porción de mundo que nos rodea. Luchar no siempre será fácil, pero para ello nos tendremos entre nosotros, cuidándonos y motivándonos en nuestros peores momentos; por que así somos los humanos, unidos por naturaleza, y por el sentido de ser uno solo por el bien conjunto.


Hecho para mi clase de Principios Administrativos en una loca actividad sobre nuestros objetivos en la vida. 28 de noviembre del 2011.

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